No hay duda de que una alimentación sana -basada especialmente en cereales, legumbres, frutas y verduras de temporada, pescado azul y carne blanca, restringiendo las carnes rojas- ayuda a preservar el estado de salud durante toda la vida.
La alimentación basada en un patrón de dieta mediterránea ya ha mostrado sus beneficios de forma amplia en la reducción de enfermedad cardiovascular, de cáncer, además de sobre la salud de la mujer embarazada, la de sus hijos, y de la tercera edad.
Cada vez hay más evidencias del efecto perjudicial de los alimentos procesados sobre la salud. Ahora, se ha demostrado que el consumo de alimentos ultraprocesados puede multiplicar por tres el riesgo de fragilidad en los mayores, según un estudio español, realizado por investigadores del Ciber de Epidemiología y Salud Pública (Ciberesp) y de IMDEA-Food Institute (CEI UAM+CSIC) que ha publicado la revista The Journals of Gerontology.
Según la investigación, el 19,3% de la ingesta total de energía de media proviene de ultraprocesados en los adultos participantes -1.822 personas mayores de 60 años-, cuyo consumo también impacta, y de forma especial, en la aparición de pérdida de peso no intencional y en que caminen de forma más lenta, dos de los componentes del síndrome de fragilidad.
¿Qué son los alimentos ultra procesados?
Los alimentos ultraprocesados son aquellos que han sufrido transformaciones físicas y químicas durante su elaboración y que mantienen en su presentación final muy poco o ningún contenido de los alimentos naturales originales. Algunos ejemplos son los refrescos, los snacks, las galletas, los dulces, los helados, las pizzas industriales, las sopas instantáneas, las carnes procesadas, los precocinados, la bollería industrial… Su consumo se ha asociado con el desarrollo de enfermedades crónicas, factores de riesgo metabólico (obesidad, colesterol elevado, hipertensión), cáncer y mayor mortalidad.
¿Dónde está la relación entre ultra procesados y fragilidad en los mayores?
Aún se están analizando los mecanismos de acción de los alimentos ultraprocesados. Guallar explica cuatro formas de actuación de estos sobre la salud:
- Mala calidad nutricional de los ultraprocesados. Suelen tener mucha grasa animal, mucha sal, muchos azúcares simples y poca fibra y vitaminas.
- Por la presencia de aditivos, sustancias que mejoran su aspecto, su sabor o que aumentan su tiempo de conservación.
- La tercera se debe a una posible contaminación de otras sustancias durante el procesado. Por ejemplo, se pueden contaminar con sustancias procedentes de los plásticos de los envases.
- Aún hay que estudiar los procesos físicos y químicos a los que los alimentos son sometidos durante el procesado.
“Varios de estos mecanismos pueden estar actuando en la fragilidad”, aunque aún hay que estudiar más cómo funcionan.
Alimentación adecuada en la tercera edad
Así parecen cada vez más claros los beneficios de la restricción del consumo de alimentos ultraprocesados y la necesidad de promover el consumo de de alimentos frescos o mínimamente procesados en la dieta de los mayores para prevenir la pérdida de función que conlleva el envejecimiento.
Según Guallar, otros estudios del Ciberesp han demostrado también que la dieta mediterránea se asocia a mejor salud en los adultos mayores. Preservar un buen estado pasa por incluir en la dieta habitual:
- Frutas, verduras y legumbres, alimentos con baja densidad energética, pero muy ricos desde un punto de vista nutricional.
- Alimentos de buena calidad y nutricionalmente sanos.
- Carnes y pescados
El consejo nutricional para este grupo de población se centra siempre en consumir alimentos naturales. “Si no se reconoce el alimento original del que proviene es mejor no comprarlo. Es importante que como consumidores exijamos a la industria alimentaria que comercialice productos más saludables. Si aumenta esta conciencia social, si no compramos esos alimentos cuyo contenido no conocemos, la industria tendrá necesariamente que cambiar, y ofrecer opciones más saludables”.